Perdiendo los papeles

Perdiendo los papeles

Algo está cambiando en la forma de consumir medios de comunicación y lo está haciendo a un ritmo vertiginoso.
En apenas un mes hemos asistido al cierre de Playboy, una de las publicaciones eróticas más icónicas del siglo XX. Tras la muerte de Hugh Hefner, su fundador, los responsables de la revista han llegado a la conclusión de que es más rentable que la firma del conejito aparezca en casinos y clubes.
“No estoy seguro de que el papel sea la mejor vía necesaria para comunicarnos con nuestros consumidores de aquí en adelante”, aseveraba Ben Kohn (máximo accionista tras la muerte de Hefner).
Recién estrenado el año 2018, Interviú y Tiempo decidían seguir los pasos del coloso americano y echaban el cierre, argumentando arrastrar millonarias pérdidas económicas.

Interviú fue todo un referente en el periodismo de investigación desde la transición. Quizás ha sido más reconocida por desnudar a actrices, modelos y cantantes de renombre en sus páginas, pero sus artículos han gozado siempre de un gran prestigio.
La ‘Playboy española’ languidecía a la deriva desde hacía lustros acuciada por unos problemas monetarios que se reflejaban en sus contenidos. Interviú se convirtió en refugio de chonis, frikis y cantera de ‘Hombres, mujeres y viceversa’, mientras que sus reportajes perdían la frescura de antaño.
Atrás quedaba el millón de ejemplares vendidos del número en el que Marisol aparecía desnuda demostrando que ya no era aquella niña angelical que enamoró a España.

La misma suerte corrió la juvenil Super Pop. Desde 1977 a 2011 fue la revista de cabecera de miles de adolescentes que suspiraban por el póster de su estrella favorita o conocer los secretos más íntimos del cantante de moda. Desde hace unos años sobrevive como edición virtual, sin el relumbrón de otrora, dejando huérfanas las carpetas de los colegiales.

Pocos se escapan de este hundimiento editorial. La mítica Rolling Stone también anda en horas bajas y su creador, Jann Wenner, ya ha colgado el cartel de ‘se vende’ buscando alianzas que le ayuden a sobrevivir.
Asistimos a una revolución mediática comparable a la aparición del libro, una democratización del conocimiento que pone patas arriba la forma en que accedemos a la información. La llegada de Internet – y más concretamente de los smartphones– ha supuesto una modificación en nuestra conducta a la hora de consumir los medios que no tiene marcha atrás.

Saber adaptarse a esta nueva era será crucial para la supervivencia en un entorno conectado. Y ya no solo basta con mutar del formato papel a Internet, es necesario encontrar fórmulas alternativas de rentabilidad para subsistir en el ciberespacio.

Tanto Interviú como Playboy contaban con versiones digitales de sus publicaciones, pero no supieron adaptarse al nuevo tipo de negocio. No fue suficiente optar por el modelo freemium, que mostraba una parte de su producción gratuitamente y otro contenido más exclusivo pagando.
El futuro apunta hacia la convergencia de varios estilos de publicidad: apps, servicios por suscripción, membership sites, market places, etc. Nada volverá a ser como antes, empezando por nuestra manera de relacionarnos y acceder a los temas que nos interesan.

La viabilidad de la prensa es toda un incógnita. Unos apuntan que deberá ofrecer servicios de pago o suscripciones, aunque El País ya intentó esta fórmula y comprobó que los usuarios concebían Internet como un espacio gratuito en el que no tenían necesidad de gastar dinero.
Otros vislumbran una cuota mensual para acceder a las webs, una especie de canon como el que impone la BBC a los televidentes, y parece una de las opciones más verosímiles.

Sea como fuere el panorama editorial se encuentra en la mayor encrucijada de su existencia. El momento es clave y tiene ante si una bifurcación en la que solo hay dos posibilidades: adaptarse o morir. Simplemente hay que darse una vuelta por las calles de nuestras urbes para comprobar que la mayoría de quioscos se traspasan.
El papel no desaparecerá con la llegada de Internet -como tampoco lo hicieron la televisión ni la radio- pero está abocado a reinventarse y estoy seguro que sabrá adaptarse a su nuevo papel.

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